Un ascenso al trono inesperado. Una corona que no solicitó. Repasamos el legado que dejó la reina Isabel II, fallecida el pasado 8 de setiembre.
En 1952, con 25 años de edad, Elizabeth Alexandra Mary, su nombre de nacimiento, o “Lilibeth” como la llamaba cariñosamente su familia, asumió el trono tras la muerte de su padre el rey Jorge VI, quien llegó al poder cuando Eduardo VIII, su hermano, abdicó.
«Ella era hija del segundo hijo del rey, entonces la línea de ella no debería haber sido la que terminara heredando la corona», afirmó la historiadora Natalia Sobrevilla.
La coronación de Isabel fue la primera en televisarse en la historia real británica y se estima que fue vista por más de 10 millones de personas en todo el mundo. Desde ahí su vida estuvo al servicio de la corona.
Su reinado abarcó la austeridad de la posguerra, la transición del imperio a la Mancomunidad, el fin de la Guerra Fría y la entrada y salida de Reino Unido de la Unión Europea.
Durante ese tiempo vio pasar a 15 primeros ministros, 17 Copas Mundiales de Fútbol, casi 20 Juegos Olímpicos y siete papas. La monarca tuvo su jubileo de plata en 1977; de oro, en 2002; de diamante, en 2012; de zafiro, en 2017 y de platino, en junio de este año al cumplir 70 años de reinado.
Los príncipes Carlos, Eduardo, Andrés y la princesa Ana, son sus hijos con el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, con quien estuvo casada durante 73 años y quien falleció en abril del año pasado.
Isabel II se esforzó para mantener el prestigio de la monarquía. Su compromiso con la Mancomunidad, una agrupación conformada por 56 países de África, Asia, Europa, las Américas y el Pacífico, todos independizados de la corona, fue una constante: los visitó a todos al menos una vez.
Año tras año, Isabel II siguió cumpliendo con sus deberes, viajando y promoviendo los intereses británicos, pero también hubo periodos de dolor privado y público. En 1992, el «annus horribilis» de la reina, un incendio devastó el castillo de Windsor y los matrimonios de tres de sus hijos se rompieron.
Uno de los mayores golpes al reinado de Isabel II se produjo con la muerte de la princesa Diana en un accidente automovilístico en París en 1997.
«Cuando murió la princesa Diana la reina no reaccionó inmediatamente, sino que mantuvo un prudente silencio y el pueblo que estaba afectado, quería sentir una cercanía con la princesa Diana y fue ahí que tuvo un gran bajón de popularidad», recuerda la historiadora.
El 9 de septiembre de 2015 se convirtió en la monarca de reinado más extenso de la historia británica, superando el de la reina Victoria que duró 63 años.
«Ella es una mujer muy privada, ha dedicado toda su vida a labores muy protocolares. No omite su opinón, y muy pocas personas la escuchan hablar fuera de los discursos. Ella no es una persona particularmente ostentosa, se sabe que le gustan los caballos, los perros y una vida muy sencilla y eso es lo que le ha caracterizado toda su vida», sostuvo.
La reina Isabel II, fallecida en el castillo de Balmoral a los 96 años, ha sido la monarca con el reinado más largo del Reino Unido y el segundo más largo del mundo. El primer primer ministro que tuvo la reina fue Winston Churchill, quien nació en 1875. La última primera ministra que conoció Isabel II es Liz Truss, nacida un siglo después de Churchill, en 1976. Así de impresionante es la figura de la reina y su fallecimiento implica cambios en el Reino Unido, sino en el mundo entero.