La misión diplomática en la que Emmanuel Macron se embarcó esta semana fue bastante intensa. El lunes, se reunió durante más de cinco horas en Moscú con su par ruso, Vladimir Putin, antes de mantener un encuentro con el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, un día después. Su siguiente parada fue Alemania, donde mantuvo encuentros con los líderes de ese país y de Polonia. En todos los puntos de su viaje, el presidente francés no dejó de repetir su objetivo: contribuir a rebajar las tensiones por el temor a una agresión militar de Rusia contra Ucrania.
Con el rol de mediador asumido por voluntad propia, Macron le dijo al mundo que recibió el compromiso del presidente ruso de que no habrá una “escalada” adicional, y afirmó que su gira permitió “avanzar” para apaciguar la situación.
Según el gobierno francés, Putin aceptó considerar las propuestas de Macron, entre ellas el compromiso de no tomar nuevas iniciativas militares por parte de ninguno de los dos bandos, el inicio de un diálogo sobre el dispositivo militar ruso y realizar conversaciones de paz sobre el conflicto de Ucrania.
Pese a ello, los ejercicios militares continúan y Estados Unidos afirmó que los rusos parecen enviar más fuerzas a las fronteras. “Seguimos observando, incluso en las últimas 24 horas, capacidades suplementarias fluyendo desde otras regiones de Rusia hacia la frontera con Ucrania y Bielorrusia”, dijo el miércoles el Pentágono.
¿Qué busca Macron?
El papel de árbitro adoptado por Macron es el último esfuerzo del francés por asumir un liderazgo más fuerte en Europa.
Para el analista internacional Roberto Heimovits, Macron tiene dos objetivos claros. “El interés oficial es tratar de resolver la crisis o en el mejor de los casos que esta desescale. Él actúa ahí como un miembro de la alianza occidental de la OTAN. Pero tiene otro interés. Francia nunca se ha resignado a no ser la potencia tan grande que era hace 150 años. Adoptando una política de árbitro, Macron quiere demostrar eso”, dice Heimovits a El Comercio.
“Está tratando de elevar la estatura de Francia y la suya en la escena mundial”, agrega.
Aunque destaca la audacia de Macron, el diario “The New York Times” afirma que el francés está jugando un “juego potencialmente peligroso”, tratando de equilibrar el “nuevo orden de seguridad europeo” que ha dicho que busca con su compromiso con Estados Unidos y la alianza de la OTAN.
“Para Macron, la oportunidad de liderar el esfuerzo para crear una nueva arquitectura de seguridad europea lo ha colocado al frente y en el centro de lo que quizás sea la etapa más importante de su presidencia, solo dos meses antes de las elecciones. Le ha dado la oportunidad de asumir un papel de liderazgo más importante para toda Europa y darle algo de cuerpo a sus visiones, a veces grandiosas, de una Europa aliada, pero más independiente, de Estados Unidos”, dice el medio.
Existe otro factor a tener en cuenta. Francia está en una posición ventajosa para adoptar mayor liderazgo ahora que Alemania y su nuevo canciller Olaf Scholz se encuentran en una posición incómoda en la crisis en Ucrania.
“El canciller alemán está en una posición compleja. Por un lado, quiere que Ucrania se mantenga independiente para tener al ejército ruso lo más lejano posible de las fronteras orientales alemanas, eso lo lleva a apoyar a Estados Unidos y al resto de sus aliados de la OTAN. Pero, por otro lado, Alemania tiene muchos negocios con Rusia, están por culminar el gasoducto Nors Stream 2 y Rusiay Alemania quieren mantener esos negocios. Entonces Alemania está entre esos dos lados”, dice Heimovits.